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PRÓLOGO A OCTAVAS OBSCENAS, DE RICARDO MORELLI

2018

Nacido en Buenos Aires en 1954, Ricardo Morelli es autor de una de las obras más notables que hemos descubierto en los últimos años, por lo que nos alegra la aparición del más reciente de sus libros, estas Octavas Obscenas que hoy se suman a sus anteriores volúmenes de poesías: Los 22 Arcanos (1984), El Sueño y los Sortilegios (1998), Veinte Sonetos Lujuriosos y un Lamento Desesperado (2008), Chamuyo Mistongo (2009), Púa y Cafúa (2011) e Instantáneas (2016).

         Ricardo Morelli ha elegido una forma poética, como la octava real, que desde la Italia renacentista suele dedicarse al género épico (pensamos en Ludovico Ariosto, Luis de Camoens, Alonso de Ercilla o Lope de Vega) para escribir una colección de poemas unidos, además, por el tema amatorio y el tono festivo, ya empleados en uno de sus mejores libros: Veinte Sonetos Lujuriosos y un Lamento Desesperado. Tal uso de la octava real para la lírica tiene sus antecedentes en nuestro idioma, desde  Garcilaso de la Vega a nuestros días; menos frecuente, en cambio, es hacer de una estrofa un poema íntegro y oscilar, además, entre la narración y la evocación hasta fusionar ambas en una obra lograda. Buen conocedor del italiano de sus mayores, Morelli ha acudido a la obra de Pietro Aretino y ha optado por “escribir con todas las palabras del diccionario”, según recomendaba Leopoldo Lugones, con el resultado que podemos apreciar. Otra ventaja notamos en esta decisión del autor: aficionado a la música –fue estudiante de violín-, Morelli dota a cada poema de una sonoridad cercana a los versos de arte menor, lo que sólo parece posible trasladar al endecasílabo en una obra breve. Por lo demás, este metro suele invitar a la alusión, que Morelli evita mediante la apelación a la sentencia, a la manera de los epigramas de Marcial, o la enumeración, como en las sátiras escritas por Francisco de Quevedo, Ventura de la Vega o Francisco Acuña de Figueroa.

         Obra singular, resultado de ideas, lecturas y proyectos particulares, estas Octavas Obscenas integran una tradición que no desmerecen y que hoy tenemos el honor de encomiar.

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